ALERTA CLIENTE | El Pulgarcito de Centroamérica se arriesga con el Bitcoin
08.09.2021
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Javier Edwards R.
El presidente de El Salvador, ha dado un paso arriesgado o anticipatorio, estableciendo el bitcoincomo moneda de curso legal -no exclusivo- en las pequeña república centroamericana. Con ello dice querer llevar a su país un paso adelante y permitir con ello la incorporación oficial de la tecnología blockchain al ámbito monetario.
Pero con lo anterior, más que un paso adelante en términos de progreso y resultados predecibles bien puede estar avanzado a una zona similar a la del borde de un potencial precipicio, entrando en un terreno hasta ahora no explorado por ningún otro país, con razonable sentido de prudencia. Descontamos los intentos realizados por la Venezuela de Maduro, porque bien sabemos que han sido más voladores de luces políticos que actos monetarios propiamente tales.
Aún así, las opiniones entre los expertos monetarios y financieros están divididas, siendo posible encontrar aquellos que piensan que la idea no será exportada a otros países y que los resultados de este experimento mostrarán que, al menos por ahora, ello no es viable sin pagar un alto costo. En esta línea Carsten Menke, de Julius Baer o, en nuestro país, el economista José de Gregorio, quien ha destacado los riesgos de una política como la adoptada por Nayib Bukele, si se considera el problema de la volatilidad del valor que tienen las criptomonedas, característica que dificulta considerarlas como una unidad de cuenta que permita fijar precios en operaciones de intercambios de bienes o servicios.
Por su parte, operadores de criptomonedas celebran esta decisión señalando que El Salvador estaría haciendo historia.
La verdad es que, este 8 de septiembre, el efecto inicial de la medida salvadoreña fue el desplome del valor del bitcoin a nivel mundial y un efecto en cadena de similares consecuencias en otras criptomonedas. Esto supuso un primer día de pérdidas para las finanzas de El Salvador porque con la caída del valor del bitcoinfinalmente las operaciones realizadas generaron pérdidas. Al mismo tiempo, y desde una perspectiva operativa, la billetera virtual creada por el gobierno salvadoreño (llamada “Chivo”) colapsó debiendo ser desactivada y reiniciada.
Dificultades de las criptomonedas como medio de pago
Habiendo ya señalado la volatilidad de las criptomonedas como unidad de valor, deben destacarse como otras dificultades que:
- Su adopción implicaría renunciar o debilitar significativamente las herramientas de que dispone la política monetaria de un país (este no es el caso de El Salvador toda vez que no cuenta con moneda propia sino que usa el dólar de Estados Unidos de América).
- El bitcoin, carece de la velocidad y escalabilidad que les permita convertirse en medio de paga en las grandes economías (países desarrollados), lo que dificulta visualizarlo como una divisa o medio de pago internacional.
- Asimismo, las economías más grandes no dependen tanto de las remesas como El Salvador y, por tanto, el argumento de Bukele, en el sentido de simplificar el envío de dinero sólo puede pensarse a pequeña escala y, en un escenario más peligroso, como una potencial herramienta del lavado de dinero.
Más que un medio de pago, es posible sostener, como lo hacen analistas financieros, que, al menos hoy, el bitcoin y otras criptomonedas más que un medio de pago efectivo son una suerte de commodity digital en el que se puede invertir asumiendo el riesgo de su valorización como resultado de oferta y demanda.
La mirada optimista
Si bien con cautela, hay quienes sostienen que lo hecho por el gobierno salvadoreño representa un paso que representa un hito histórico que abre la posibilidad de explorar posibilidades monetarias. Y esto sería especialmente beneficioso para países con economías pequeñas indexadas al dólar o que, como El Salvador, no tienen moneda propia y están sujetos a las disponibilidades y liquidez de dicha divisa, los que puede representar altos costos y la dependencia evidente que resulta de ello. El uso de una criptomoneda de curso legal abre la posibilidad de disponer de un medio de pago propio y autónomo no influenciado por las condiciones del mercado dentro de su propia economía, ni directamente de la economía de otro país.
Adicionalmente, y como señala Nigel Green, director ejecutivo y fundador de la empresa de servicios financieros deVere Group, “los bancos centrales de todo el mundo han estado devaluando sus monedas, mientras que el suministro del bitcoin no solo es limitado, sino que también se extraen nuevas monedas a un ritmo decreciente. Los salvadoreños podrían, por lo tanto, encontrar que su nueva moneda adoptada les da más poder adquisitivo cuando compran en el extranjero.”.
Por último, también se ha indicado que:
- La adopción del bitcoin podría reducir el costo de las remesas hacia El Salvador, lo que representaría una importante fuente de ingresos para millones de personas.
- Permitiría diiversificar las reservas de dólares de la nación en la criptomoneda y El Salvador podría beneficiarse de importantes inversiones extranjeras y entradas de capital, ya que es probable que las organizaciones de activos digitales se trasladen a la nación amiga del bitcoin.
Pero los argumentos optimistas parecen ser -al menos por ahora- el wishful thinking de los mismos operadores de criptomonedas.
Considerando la naturaleza de las criptomonedas y su desregulación presente
Es difícil verlas como medio de pago, en lugar de activos digitales de inversión. Para que éstas llegan a adquirir las características de los primeros es necesario generar una fase de transición en la que ellas se vayan operando y normando progresivamente, quizás a través de la generación de un sandbox regulatorio creado especialmente con este propósito.
Hoy sabemos que frente a las criptomonedas los países se han alineado en tres grandes grupos: los que las miran con cautela (Estados Unidos, Chile, la UE), los que las han prohibido (China, Rusia), los que han decidido enfrentar la nueva realidad de una manera más arriesgada (Suiza, primero y de manera controlada, El Salvador dado un arriesgado paso).
Y ahí donde se está regulando su uso no se ha autorizado como medio de pago ni de fijación de precios.
Interesante en este sentido, y un desafío para los reguladores es la cuestión que levantó el economista de Gregorio: ¿estamos frente a una burbuja? A lo que responde, “Si es así, esta ha sido la que ha tenido mayor duración en la historia, y me atrevo a decir que podría durar 100 años más, pero teniendo claro que el criptoactivo en sí mismo no tiene valor intrínseco, porque lo que le otorga valor es el consenso de un mercado.”.
El desafío está planteado. Las criptomonedas ya son una realidad y queda en manos de los financieros y el legislador responder de manera adecuada y oportuna con el objeto de que ellas se conviertan en un elemento generador de valor, con claridad, solidez, estabilidad y transparencia para evitar que sean un mero instrumento de especulación o un canal para realizar operaciones que, de otro modo, resultan ilegales o delictuales.